viernes, 15 de abril de 2011

A lo que está por venir....



De pie, frente al inmenso azul, como si no existiera nada más que un océano infinito. Cerré los ojos y aspiré el dulce olor que trae consigo la sal, bailando los dedos de los pies con la arena fría, dibujando caminos de zig zag que no iban a ninguna parte. La marea estaba alta aquella mañana y aún así sobraban kilómetros de experiencias arenosas que terminaban a primera hora del día y empezaban de nuevo horas más tarde, apresurándose por ser únicas. No se escuchaba absolutamente nada, sólo el mar, la melodiosa sensación de calma y tranquilidad, la quietud que tanto anhelaba, la paz interior de los días más caóticos.
Pude sentir el aroma del café en la cocina de una casa rebosante de alegría. Venía caminando con la taza humeante en la mano, a cámara lenta, vaticinando muestras de cariño, podía adivinar su mirada en la lejanía y conocía su caminar a la perfección. El verde agua transparente que vertían sus ojos me recordaba al mar, me calmaba, me daba paz. Me dio un sorbo de café y un beso en la frente, -¡buenos días!-, dijo, y me sonrió como si guardara un secreto. No dejaba de adularme con esa sonrisa y no me cansaba de admirarlo, sin pudores, era todo lo que necesitaba por el momento. Me di la vuelta y me abrazó, estrechándome entres sus brazos...Recuerdo que pensé "si este es el comienzo de la felicidad, tal vez nunca pueda dejar de ser feliz).

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Al que estè per venir, a l'illa que em acollirà

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