lunes, 22 de noviembre de 2010

Si compongo melodías desde el ghetto....



....Y respiro el aire que me embriaga de las anécdotas más maravillosas de mi infancia. Todo lo que un día fuimos, lo que dejamos de ser para convertirnos en otra cosa, lo que somos hoy y no seremos mañana, todo está aquí, en estas calles. A menudo se ven envueltas en violencia, rabia y frustración, pero no se pudren ni se deterioran, si no que se nutren de las lágrimas de sus hijos y hacen sombra a la periferia, día tras día, sin excepción.
La vista desde esta azotea es espectacular, es como un cielo de ventanas pintado en el horizonte. Los chicos juegan al basket en las canchas mientras sus hermanos mayores aprenden a delinquir, y cada vez lo hacen mejor. La bolsa marrón de papel con una manzana y un sandwich de pavo dentro ha dejado de existir, la pequeña de plástico de color blanca le ha quitado el puesto. Algunos dejan en casa el carnet de identidad para hacerle sitio en el abrigo a la pistola y otros hacen de una fachada el más ingenioso y polémico de los artes.
No hay nada establecido pero existen reglas. Siempre hay reglas. Un paso adelante puede significar dos atrás y volver a empezar, una decisión puede cambiar tu vida en un instante y el suelo que pisas determina tu suerte. Las nanas son estrepitosas y se cantan en la calle y el Hip-hop nace del corazón, crece dentro y se compone sin pautas.
Los años pasan, y aunque me haya ido, esta siempre será mi cama, mi hogar, mi libro de fábulas. No sé cuando volveré, pero allí he de retomar todo lo que un día fui, lo que ya no soy, lo que tal vez sea.

A Mery, y su eterno romance con el mundo.

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