miércoles, 19 de enero de 2011

Desde el backstage




Todos son actores: interpretan la efímera existencia dando matices de euforia y nostalgia a sus días, remueven los recuerdos y trituran las emociones, las machacan, las caducan. Creacionistas de la evolución humana, defensores de la condición animal, socialistas utópicos que nacen, crecen, se reproducen y mueren en el backstage de una obra que, aún siendo interpretada continuamente, nunca ha sido aplaudida, ni admirada, ni siquiera criticada pues nunca llega a ser vista tras el telón ni representada.

Todos tienen un guión: ensayan cada ápice, cada fracaso, cada instante de humanidad. No juegan al azar, ni saltan sin mirar abajo, por el contrario forman parte de un plan trazado que consiste únicamente en contar los pasos y perderse alguna vez en mitad del camino.

Todos saben llorar, todos saben reír. Todos hacen del estar un derecho, y aquellos que pierden dicho derecho, se obligan a sí mismos a partir donde nadie sabe de que se forman las ideas ni a donde se aleja la integridad.

Todos son actores, y todos merecen el Óscar.

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