sábado, 29 de enero de 2011

¿Por qué sigues todavía aquí?



Hasta aquí los pequeños pasos y las pésimas decisiones. Hasta aquí la incesante osadía de la ignorancia. Ni siquiera me conoces, ni siquiera sabes quien soy, ¿cómo puedes prometerme verdades que dañan mi sentido de lo absurdo y mi estúpida capacidad de hacer siempre lo correcto?
Ni siquiera has compartido conmigo una insignificante cena, y aún así te acercas, me desarmas, violas mi inocencia, y tal vez, después de saciarte, quieras más.
Alguien tiene que advertirte, que mis palabras pueden ser robadas, mis historias inventadas, que no hay nada más allá de la piel que te erice la misma y que, quizás, después de escalar en el tiempo para alcanzar lo que probablemente sea un punto muerto, te preguntarás por qué y no habrá ningún argumento que pese más que tu propio cuerpo y todo habrá acabado.
Alguien tiene que decirte que no soy de fiar, que me tambaleo y pierdo el control, no sé lo que digo o lo que hago y todo ello parece ser consecuencia de un profundo e irreversible desequilibrio que aturde tu perspectiva sobre mí, tu visión de todo lo mío y mi reacción ante todo lo tuyo. Soy disperso y tontamente irracional, no mantengo promesas que hice veinte minutos antes pues las olvidé. Tal vez asimile conceptos después de ti pues mi fundamento se basa en la instintiva corazonada de todo aquello que desmonta mi precioso caos, no respiro silenciosamente ni me levanto así por las mañanas, no dispongo de red de seguridad que me ayude a amortiguar la caída, he perdido mis defensas, las palabras me magullan fácilmente y las acciones pueden ser letales. No sé lo que quiero, pero sí lo que no quiero. Hago continuamente eco de mis lamentos vistiéndolos de la terquedad más insoportable. Describo exageradas percepciones de tu afecto por otras personas y las anulo antes de hacerlas estrictamente lógicas a mi cabeza y realmente manifiestas al oído.......


¿Por qué sigues todavía aquí?

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