lunes, 24 de enero de 2011

Reflejos



Me perdí en mitad de ninguna parte, donde la arena araña si se posa en la cara y el viento suaviza los pensamientos más puramente homicidas. Creí que llegado a tal punto ya no se haría palpable la humedad en el ambiente y mis manos recuperarían el sentido del tacto, pero no fue así: el calor era denso y extremadamente asfixiante, y el verde nunca me había parecido tan ostentoso.
Supe de inmediato que tenía que buscar una salida pues no iba a soportar la situación por mucho más tiempo. Comencé a dar tumbos en busca de respuestas, algo que me orientara, que me dijera como salir de allí. De repente, los ruidos se disiparon y avisté un pequeño lago de una transparencia impoluta que reflejaba mi cuerpo a perfectas pinceladas. Era yo, tal cual, enredado en aventuras de infinito desenlace, sumergido en anécdotas que no interesan a nadie y afiliado a mí sin más opción que el conformismo absoluto.
¿Ser o mirar? ¿Ser o durar? ¿Simplemente ser? Demasiados interrogantes y ni una sola respuesta.
Tras varios minutos contemplando mi imagen reflejada en el agua me percaté de que seguiría allí hasta que me fuera, ¡zorra descarada!....Decidí hacer lo que mejor sabía hacer: sentarme frente a mí, intuirme, definirme en lo más sórdidamente onírico y aburrirme de mi perfecta imperfección.

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